Píldoras de Historia

Ermita de La Magdalena en Maredes

22/08/2015

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Terminada la misa y antes de comer, se acordó pinar el mayo. La crónica reproduce algunos cantares de las mozas durante la operación:

"Aquí estamos las doncellas
para festejar el mayo
queriendo seguir las huellas
de nuestros antepasados."

Acérquense los casados,
y también los forasteros,
que van a pinar el mayo
los mocitos de este pueblo"

.

Algunos tenían destinatarios concretos como éste dedicado a Carlos García, abogado, amante de las escenas tradicionales lebaniegas:

"A don Carlos el de Dobres
de verdad le suplicamos,
que se acerque a las maromas
y ayude a pinar el mayo."

O éste:

"Si necesitan ayuda
para tirar de maromas,
pueden llamarle, que está
don Máximo en La Viorna»"

Ni los sacerdotes se libraban de los cantares:

"Ya se acercan los casados,
y también los forasteros;
y si es preciso, señores,
también se acercará el clero."

Todos los señores curas
en el barrio de Maredes,
tirarán mejor del pollo
que tiran de los cordeles."

Después de pinado el mayo:

"El vuestro mayo galanes,
el vuestro mayo florido,
tiene cambas y dentales,
para todos los vecinos.

Con vivas y aclamaciones
habemos de festejar,
a aquel galán que consiga
hasta la cumbre llegar."

¡Arriba, galán, arriba!
no lo dejes de cobarde,
que el premio le tienes cerca,
lo que cuesta es lo que vale."

A la una, terminado de plantar el mayo, se dirigieron a Maredes, distante un centenar de metros de la ermita, unas doscientas personas que se acomodaron en las casas los que pudieron y el resto en una cerca, a la sombra de unos fresnos. Y es que «los tres vecinos de Maredes se habían propuesto obsequiar con un banquete a todos los que con su presencia ese día les honraban. A este fin degollaron ocho carneros, adquirieron doce cántaras de vino e hicieron cocer once o doce fanegas de riquísimo pan». Eran los vecinos Eleuterio García Galiante y Raimundo y Julián Fernández.

"Distribuyeron la comida las cocineras Valeriana Torre, Dorotea Soberón, Laura Torre, Petra Pando, Eugenia González, Eugenia Soberón, Benita Soberón y Máxima Fernández, ayudándolas en su tarea Concepción Torre y los jóvenes del pueblo."

"Por la tarde se aumentó el número de forasteros con algunos jóvenes de buen humor, especialmente de Potes".

Acaba el cronista, Carlos Fernández, alabando a los vecinos de Maredes que hicieron posible lo que antes había calificado como "espectáculo grandioso, conmovedor, inolvidable".

Para acabar, digamos que en los cien años transcurridos, la ermita de la Magdalena de Maredes ha sido objeto de alguna restauración. Así, por ejemplo, a principios de 2002 se llevaban a cabo obras de reparación del tejado, saneamientos de los muros interiores e instalación de nuevo solado, cuando, al cavar una zanja a pocos metros de la ermita para enterrar los escombros, se localizó una tumba de lajas. El estudio realizado por el arqueólogo Lino Mantecón determinó que la necrópolis podría ser medieval y, dado que la advocación de María Magdalena está relacionada con malaterías, lazaretos y hospitales para leprosos, apunta la posibilidad de que estuviera relacionada con la existencia de una "instalación que funcionó como hospital o leprosería en momentos alto o plenomedievales bajo tutela religiosa". Sobre este hospital "se edificó tiempo después una ermita en la que la funcionalidad del edificio anterior quedaría recogida en esa advocación a María Magdalena".


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