"Píldoras de Historia"

La Cofradía de Valmayor en 1771

Gabino Santos Briz. 13/8/2021

Siguiendo con nuestro acercamiento a la historia del culto a la Virgen de Valmayor, nos vamos hoy hasta el siglo XVIII, a un documento interesantísimo que nos permite conocer la situación de su Cofradía en 1771.

Comencemos situando este documento. En el otoño de 1769 el Consejo de Castilla, presidido por el Conde de Aranda, ordenó a los intendentes de la Corona de Castilla y a los corregidores de la de Aragón que realizaran un censo de las hermandades existentes en sus respectivos distritos. Se pretendía afrontar una gran reforma que acabara con las cofradías gremiales y con aquellas que no tuvieran aprobación.

En cumplimiento de esa orden, el 7 de mayo de 1771 Pedro de la Riega y Manuel de Thorizes, entonces mayordomos de la Cofradía de Nuestra Señora de Valmayor «que se benera en la hermita estramuros de esta villa de Potes», presentaron un informe en el que dejaban claro que su Cofradía «está fundada con aprobación de el ordinario eclesiástico de este Obispado de León» y declaraban que su objeto era «zelebrar los hermanos de la Cofradía las festibidades de Nuestra Señora en su hermita concurriendo a confesar y comulgar en ella y oyr misa», concretando que la principal función que celebraban era «la de la Asunzión a los Zielos de la soberana reyna y Señora nuestra, que ésta se zelebra con asistenzia de cura y de los veneficiados que ay en esta expresada villa, bíspera y día, con bísperas cantadas y misa solegne, concurriendo en uno y otro día los hermanos todos, no tubiendo ympedimento, por estárseles conzedido en este día jubileo por su santidad». Confirma, por tanto, que el 15 de agosto se ganaba el jubileo en Valmayor.

Comienzo del informe de 1771

Además de los de la fiesta de la Asunción y su víspera, la Cofradía tenía gastos debidos «a la asistenzia de todo, con velas enzendidas, a más de la zera nezesaria para el altar, y venerazión de la imajen, los hermanos, los que tanbién tienen fundados hasta zinco anibersarios en días asignados, con seis sazerdotes, por las ánimas de los hermanos difuntos, con la limosna de treynta y dos reales por cada uno, y sin más costos ni funziones que el gasto de zera en todas las referidas, y en todas las minerbas y más ocasiones en que sale Su Magestad de manifiesto en prozesión y lo mismo cuando se baja a la villa la ymajen de Nuestra Señora, siendo el costo que sin superfulidad alguna se aze de zera en cada un año de ochenta a noventa libras». En ello influía «ser el número de hermanos crezido, que pasa de ochenta», debiendo asistir a sus entierros y a las otras cuatro funciones, incluyendo la de cabo de año, que se les ofrecían. «Y lo mismo se ejecuta por sus mujeres en sus respectivas funziones de ánima», dice el informe, de lo cual parece deducirse que los hermanos de la Cofradía eran sólo varones.

Para hacer frente a todos estos gastos y «pagar zinquenta reales a el clérigo que asiste a dezir las misas y a confesar los hermanos en dicha hermita que se alla distante medio cuarto de legua de la villa», la Cofradía disponía de «la renta de setezientos reales que es la que tiene fija a réditos de algunos zensos y renta de unas pocas viñas, que con lo que se paga de entrada se an adquerido». Por tanto, con lo acumulado de la "cuota" de entrada a la Cofradía de nuevos hermanos habían comprado alguna viña que daban en renta, además de tener prestados hasta 700 reales, de modo que con los alquileres y los intereses pagaban todos sus gastos.

Acababan así su informe los mayordomos de 1771, sin contestar una de las cuestiones que se requería a todas las cofradías, de modo que tuvieron que hacer una adición al final para señalar que «los hermanos de dicha Cofradía no tienen ningún gasto de comida ni refresco alguno de la renta della como ni tanpoco a cuenta de los hermanos que sea por suerte ni rematada a ninguno dellos que la dé por menos», aclarando que «solo si alguno entra por cofrade, además de lo que da por razón de hentrada, [ofrece] una comida por sí de refresco».

Aunque terminaban afirmando que «todo es zierto y berídico sin cosa en contrario», lo cierto es que la Cofradía sí que celebraba comidas anuales pagadas por ella, o, al menos, así lo habían hecho años antes y lo harían algunos después, como tendremos ocasión de ver en la próxima entrega.

Notas:

Los textos en cursiva son transcripción del informe de 1771 y están con su ortografía original.

Agradezco a César Gutiérrez Fernández su aportación en lo referente al jubileo.


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