Personajes

EDUARDO JUSUÉ

Gabino Santos Briz. 18/5/2022

Hoy, 18 de mayo, se cumplen cien años del fallecimiento de Eduardo Jusué Fernández [de Peregata, se añade en ocasiones], «hombre de una extensa erudición y de una vasta cultura, pero sobre todo era un hombre bueno por excelencia y amante entusiasta de Liébana y de sus glorias y tradiciones y un fervoroso creyente», según escribieron en La Voz de Liébana con motivo de su fallecimiento. En la Wikipedia le caracterizan como «historiador, cronólogo, epigrafista y numismático».

Foto publicada en La Voz de Liébana del 15 de agosto de 1922

Eduardo Jusué había nacido en Potes el 19 de octubre de 1846. Estudió y se licenció en Filosofía y Letras pero también en Ciencias Exactas, además de tener conocimientos de Teología y de Derecho. Sabía latín, griego, árabe, alemán, inglés, francés e italiano. Su afición principal, al parecer, era la Cronología histórica, habiendo creado unas tablas para el cómputo hebraico, que modificaron todos los procedimientos utilizados hasta entonces.

Realizó numerosos estudios históricos, epigráficos y numismáticos por los que fue nombrado académico correspondiente en la Academia de Historia y que se tradujeron en buen número de publicaciones. Entre ellas, se incluyen unas cuantas sobre temas lebaniegos como, sobre todo, el libro "Descripción e historia del antiquísimo Monasterio de Santo Toribio de Liébana", con ediciones en 1892 y 1921 (en ésta el título se redujo al del monasterio), y los artículos en el Boletín de la Real Academia de Historia con "Documentos inéditos del Cartulario de Santo Toribio de Liébana" (1905 y 1906), "Lápida cántabro-romana existente en Luriezo (Santander)" (1905) y "La era consular de una lápida romana inédita que existe en Villaverde (Santander), a unos doce kilómetros de Potes" (1915), conservándose también mecanografiada su transcripción de las escrituras del Cartulario de Santo Toribio.

Otras publicaciones fueron destinadas a interpretar las fechas sabáticas de los judíos, a dar a conocer tablas de conversión de los cómputos árabes o hebraicos al cristiano y viceversa, al Cartulario de la Abadía de Santillana del Mar, a estudiar diversas lápidas o monedas, etc.

Con independencia de estos trabajos, junto a otro lebaniego, el presbítero Manuel Bustamante Mier, dirigió durante más de cuarenta años el Colegio de San Isidoro, de Madrid, del que se decía en una de las necrológicas publicadas en La Voz de Liébana que «fue durante muchos años el centro de enseñanza más importante de la Corte, por sus aulas pasaron la mayor parte de los que hoy figuran en política, en las artes, en las ciencias, en la milicia, en el foro».

En esas necrológicas publicadas a su fallecimiento se insistió mucho en la bondad de Eduardo Jusué y en otras virtudes como la caridad, la modestia o la piedad. Se dice que «no permitía nunca la murmuración en su presencia» y que adecuaba «sus actos todos, los más triviales y los más ostensibles, a las normas de su creencia».

En estas virtudes insistió también la prensa santanderina y así, por ejemplo, el periódico El Pueblo Cántabro destacó que «pasó por la vida entregado por completo a su amantísima familia, a la generosa y sentida ayuda del necesitado y al constante cultivo de las prácticas cristianas».

En los últimos años perdió la vista, por lo que no pudo continuar con sus trabajos, y se retiró a vivir a Santander, donde falleció el 18 de mayo de 1922 dejando viuda y seis hijos.

La mayor parte de su obra relacionada con Liébana está disponible en la Biblioteca Virtual Lebaniega.


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