Personajes

MARCELINO DE LA PAZ: UN JESUITA LEBANIEGO

Gabino Santos Briz. 7/8/2021

Marcelino de la Paz Bustamante nació el 28 de mayo de 1842 en Potes, en cuya parroquia de san Vicente (la actual sede del Centro de Estudios Lebaniegos) fue bautizado el 2 de junio siguiente. Estudió en el colegio de Carrión de los Condes, primero, y en el seminario de Palencia después, ordenándose sacerdote en la diócesis palentina en 1868 ejerciendo su labor pastoral y docente desde el Seminario Diocesano Palentino, vinculándose también en la fundación de La Propaganda Católica palentina. Publica por estos años algunos pequeños opúsculos como los titulados "Episcopologio palentino" (1866) y "Profanaciones cometidas en la ciudad de Palencia el día 2 de mayo de 1874" (1874).

Marcelino de la Paz en foto publicada en La Voz de Liébana con motivo de su fallecimiento

En plena madurez, a los treinta y cinco años, en 1877, ingresa como vocación tardía en el noviciado de la Compañía de Jesús en Poyanne (Francia) -destino obligado a partir de la disolución de la Compañía en España-, al que seguirá feliz magisterio en Loyola, primeras responsabilidades en el Seminario Central de Salamanca (1881-1884), y una breve estancia en Valladolid donde se determina en la antigua iglesia de san Ambrosio a consagrar su vida en la Compañía para extender la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Extraordinaria fue su aportación en la revista de El Mensajero en los años de su destino en Bilbao (1884-1889), siendo esta publicación el órgano oficial del Apostolado de la Oración en España y en consecuencia el difusor más influyente de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. En 1885 propuso a sus superiores la consagración de España al Sagrado Corazón. En todos sus destinos posteriores, representando al Apostolado extendió ese ministerio por las tierras de España.

En La Coruña desde 1889 le vemos misionar en Galicia, Asturias, y regiones de León y Castilla. A su llegada a Valladolid en 1894, tiene que sustituir al P. Francisco de Sales Colina, que había fallecido en la ciudad en 1893, y que desde 1881 había fundado y dirigido la Asociación Católica de Escuelas y Círculos, anticipándose a la encíclica Rerum novarum de 1891 promulgada por el papa León XIII y que determinaría el discurrir del movimiento social cristiano de la época. Marcelino de la Paz será en esa obra el puente entre los Padres Sales Colina (1881-1893), y Sisinio Nevares (1912-1946), con una proyección enorme en los campos formativos, asociativos (círculos católicos y sindicalismo católico) y asistenciales.

A él se debe la culminación de la Iglesia del Sagrado Corazón en Valladolid (1896) y la residencia de los Padres operarios de la Compañía (1907), que permitiría a ésta consolidar su presencia pastoral en la ciudad. Acción multiforme la del P. Paz, que asumirá igualmente en esos años la dirección de las congregaciones marianas de los Luises vallisoletanos y las Hijas de María, además de actuar como superior de la comunidad de jesuitas de Ruiz Hernández de 1896 a 1911.

Y junto con todo ello su apasionado anhelo por el reinado social del Corazón de Jesús, contribuyendo primero al inicio de la causa de canonización del P. Hoyos (1895) y con perseverancia y tenacidad a la reactivación de la piedad de los fieles, nacida en España de las revelaciones del Corazón de Jesús al P. Hoyos, cuyo principal motivo quedó esculpido en piedra en el monumento erigido al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles de Madrid: "Reinaré en España y con más veneración que en otras partes". El P. Hoyos fue declarado beato en 2010 en Valladolid. Fue considerado el P. Paz, jesuita ejemplar y popular, como el principal promotor de la devoción corazonista en Valladolid.

Fueron muchas las actividades de su rica experiencia existencial y espiritual, primero en la diócesis de Palencia y después en la Compañía de Jesús. Actuó como "docente, predicador, director de ejercicios espirituales, misionero, impulsor de obras sociales, amigo de los débiles y protector de niños abandonados". Tan longeva como su vida fue su actividad. Desde principios del siglo XX hasta su muerte en 1932 su actividad social se intensificó en los suburbios vallisoletanos, dejando un especial legado por su labor de "verdadero samaritano". En el barrio de las Delicias sembró el germen de la Iglesia de Ntra. Sra. del Carmen de las Delicias y de un centro homologado de enseñanza. En los Vadillos, gracias al P. Paz nació la Iglesia de la Pilarica. En la Cuesta de La Maruquesa, erigió una capilla pública dotada con un centro social. En el barrio de la Rondilla, surgió de la colaboración del arzobispo Cos con el P. Paz el Patronato de Niños Desamparados.

El P. Marcelino de la Paz, o P. Paz como se le conocía, mantuvo siempre la relación con su tierra lebaniega y también en ella, a menor escala, desarrolló toda esa labor: predicó algún año las misiones cuaresmales (por ejemplo, en 1918 en Potes y en Perrozo), dio ejercicios espirituales durante varios veranos para los sacerdotes de la comarca (el primero se impartió en 1880; el último, tuvo lugar en 1929 en el monasterio de Santo Toribio, cuando contaba 87 años). Favoreció la difusión del culto al Sagrado Corazón, siendo activo promotor en la consagración al Corazón de Jesús del Valle de Liébana realizada en 1874 e inspirador de la colocación en 1900 en el Pico San Carlos del monumento al Sagrado Corazón, participando en las fiestas allí celebradas aquel año y en 1910 y 1920 y enviando su saludo en la de 1930. Gran defensor de la restauración del monasterio de Santo Toribio, entonces abandonado tras la exclaustración de la primera mitad del siglo XIX, organizó numerosos actos y peregrinaciones en él (en 1876, 1889, 1899, 1900, 1912, 1915, 1918, 1919), contribuyendo a un crecimiento devocional notable al santuario de la Stma. Cruz, donde participó, siempre que pudo, en la fiesta del 14 de septiembre. Los actos más resonantes que tuvieron lugar por entonces en el glorioso monasterio de Santo Toribio de Liébana fueron iniciativa suya. Además, intervino activamente en la inauguración de la iglesia nueva de Potes, el 27 de septiembre de 1894, completado los tres días siguientes con un solemne triduo de acción de gracias impartido igualmente por él; y tampoco faltó en la celebración en 1919 en las bodas de plata de dicha iglesia.

Portada del libro que recoge la vida del P.Paz

Pero el P. Paz también contribuyó a la prosperidad de Liébana y la mejora de su situación social. Entonces Liébana vivía del campo y, sobre todo en los pueblos bajos, había muchos jornaleros y pequeños propietarios muy dependientes de las vides. Para mejorar su situación se creó el Sindicato Agrícola Lebaniego, que contó con el apoyo del P. Paz. Así, por ejemplo, en 1923 fue el promotor de una asamblea en Santo Toribio «para buscar un remedio a la triste situación económica porque atraviesa Liébana», en la que «se convino en que no podía esperarse del Estado ni de la generosidad de nadie el remedio de nuestros males y que únicamente la unión de todos en el Sindicato podía salvar la situación» (La Voz de Liébana, 30/9/1923). Por tanto, también en Liébana, mostró ese catolicismo social que le caracterizó.

A su muerte "un lebaniego" dejaba en La Voz de Liébana (15/2/1932) el recuerdo póstumo que le merecía: «Unido desde hace casi un siglo a la historia de Liébana; factor principalísimo de cuantos acontecimientos faustos en el orden religioso ha habido aquí desde hace setenta años, el P. Paz era para todos nosotros, con su santidad, con el amor nunca desmentido por la tierra que le vio nacer, la personalidad ilustre que en cada época ha tenido nuestra región».

Coincidió su muerte, acaecida el 29 de enero de 1932, con la disolución de la Compañía de Jesús por la República. Sin embargo, a su entierro en Valladolid asistieron miles de personas (se llegó a hablar de más de 20.000). Descansó en la paz del Señor en el camposanto de Ntra. Sra. del Carmen Extramuros de Valladolid, en el panteón de la Compañía de Jesús. Para muchos, había muerto "un santo".

Quien quiera conocer más de la vida y obra de Marcelino de la Paz puede profundizar en la biografía escrita por Manuel de los Reyes titulada "Una luz encendida en la ciudad. Marcelino de la Paz, S.J. (1842-1932)", que puede adquirirse aquí. Vaya desde aquí mi agradecimiento a su autor, por sus aportaciones a esta breve biografía.


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