Como veíamos ayer, Astorga es el principal destino en los últimos años de las salidas del Lignum Crucis fuera de Liébana. La relación especial entre Astorga y Liébana tiene mucho que ver con la presencia en el monasterio lebaniego del cuerpo de Santo Toribio que es el patrón de la Diócesis astorgana. De hecho, hace unos siglos el interés de un obispo por localizar el cuerpo le llevó a desplazarse hasta el monasterio lebaniego a buscarle. Lo vemos.
Empecemos con la leyenda que al respecto hay en Liébana. La copiamos de José María de la Lama:
«señala la leyenda que el cuerpo de Santo Toribio se encuentra incorrupto en el monasterio por él creado y que actualmente lleva su nombre; mas, como nunca ha aparecido, se dice que: "Celosos los monjes de que pudieran llevárselo, construyeron una cripta subterránea bajo la iglesia, donde reposa". Y se añade que, en ocasión de haber venido a visitar el Monasterio un antiguo obispo de León que quiso ver el cuerpo del Santo, sólo consintieron en ello los monjes, tras no pocos ruegos, a condición de que, para que no pudiera descubrir el lugar exacto donde se encuentra, fuese conducido con los ojos tapados con un palo, y aunque el obispo tuvo la inteligencia de darse cuenta de que le introducían por detrás de un altar concreto, de que bajaba tantos escalones en una dirección determinada, giraba después a la derecha y descendía otro número de escalones, y tras un pasadizo llegaban a un lugar donde le quitaron el palo de los ojos, observando allí en una urna el cuerpo incorrupto del Santo, se vio obligado a regresar tapado en igual forma, y después, cuando quiso saber el lugar exacto no pudo recordar cuál fue el altar tras el que le introdujeron ni pudo hallar los escalones descandentes por los que fue guiado».
Si de la leyenda pasamos a los hechos, nos encontramos que un obispo de Astorga, que no tiene porqué ser el de la leyenda, dejó por escrito su presencia en el monasterio lebaniego buscando el cuerpo de Santo Toribio, y lo contó con abundantes detalles, que vemos a continuación.
Fue en 1798 cuando el obispo de Astorga Francisco Isidoro Gutiérrez Vigil, «deseoso de enriquecer a su Santa Iglesia con las preciosas reliquias de su Prelado y Patrono Santo Toribio, procuró por exquisitos medios indagar su existencia; y como todas las noticias que adquirió fuesen, de que se custodiaba su Santo Cuerpo en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, antes de San Martín, de la Orden de los Benedictinos, después de haber obtenido el permiso del Ilustre Señor Obispo de León, por hallarse en su Obispado dicho Monasterio, (...) y para buscar en él las Santas Reliquias la anuencia del Reverendísimo Padre Maestro Abad del Monasterio de Oña, Prelado propio de dicho Santo Toribio, que se prestó a cuanto pudiese concurrir para el feliz hallazgo de tan precioso tesoro; determinó salir de Astorga, después de haber pedido al padre de las luces su socorro y auxilio para esta santa empresa, principiando su viage el día 16 de Julio del corriente año 1798, para dicho Monasterio de Santo Toribio de Liébana, al que llegó el día 22 después de muchas fatigas y trabajos, pues su situación está en las asperísimas y fragosas montañas de la Liébana.
Constituido en dicho Monasterio de Santo Toribio de Liébana se dedicó con las mayores veras a implorar el auxilio del Cielo, bien cierto, que sin él, no hallaría las Santas Reliquias; pidióle por medio de oraciones, ayunos y mortificaciones, acompañándole aquella Santa Comunidad, que se esmeró en cooperar al zelo de nuestro Prelado en quanto juzgó oportuno; como también en las rogativas públicas y privadas que hizo de su orden, y en los augustos Santos Sacrificios del Altar que aplicó por su intención: habiendo sido tanta la comoción de aquella Provincia, que a porfía concurrían las gentes de todos estados y condiciones a suplicar a Dios nuestro Señor, les alumbrase para hallar el cuerpo de Santo Toribio, a cuyo fin se trabajó un mes, haciendo excavaciones de más de doce pies de profundidad, taladrando paredes, y descubriendo todos los sitios de los que podía haber alguna fundada esperanza de hallarle; pero Dios que seguramente no quiere descubrirle o tiene reservado su hallazgo para el tiempo determinado por su alta voluntad y sabiduría (...), no quiso se descubriese el Santo Cuerpo de Santo Toribio; por lo que determinó restituirse a su Iglesia, que se hallaba huérfana, y lo puso en execución el día 25 de Agosto.»
Como vemos, la expedición de Gutiérrez Vigil no dio frutos. No sabemos si el apoyo de la comunidad del monasterio «en quanto juzgó oportuno» pudo ser mayor. Si nos atenemos al espíritu de la leyenda, quizás sí. En todo caso, en épocas más recientes se han llevado a cabo nuevos intentos de localización del cuerpo de Santo Toribio con iguales resultados negativos.