Píldoras de Historia

Conflictos en el comercio de Potes (siglo XVIII)

Gabino Santos Briz. 15/6/2024

En esta píldora de historia vamos a ver cómo a mediados del siglo XVIII los comerciantes de Potes se ven afectados por las limitaciones que pretenden imponer, todavía, los gremios.

Comencemos recordando que en época medieval se imponen en España y otras partes de Europa los gremios, de modo que nadie podía ejercer una actividad artesanal o comercial sin formar parte del gremio. En teoría, garantizaban la calidad de la actividad; en la práctica, sobre todo con el paso del tiempo, se convirtieron en defensores de los intereses de sus miembros. Para ingresar en ellos había que ser primero "aprendiz" de un maestro del gremio; tras unos años, se adquiría el grado de "oficial" y, después, si se quería llegar a "maestro" e independizarse, había que superar un examen. Fueron abolidos en las Cortes de Cádiz.

La plaza de Potes antes de 1905. Foto de la colección de Lourdes Gutiérrez Situémonos ahora en el Potes de mediados del siglo XVIII, que, como antes y después, vive en gran medida de su condición de capital de la "Provincia de Liébana", lo que le convierte en centro administrativo y comercial de ella. Además del mercado semanal de los lunes, muchos comercios ofrecen a los lebaniegos todo tipo de productos. Algunos de ellos multiplican su oferta lo que no gusta a otros comerciantes o profesionales que intentan evitarlo. Veamos dos ejemplos.

El primero es de 1758 cuando Cayetano Cantero, Lorenzo Gómez de la Cortina, Esteban Martínez de la Torre, Alejandro Díaz y Clemente Gómez, vecinos de Potes «maestros en el arte de sastre y aguja», denuncian a tenderos de la villa por usurpar sus funciones. Según exponen, está reservado y es propio de su oficio hacer «todo xénero y espezie de bestido como casaca, anguarina, capa, chupa, calzón, almilla y montera y demás bestidos necesarios para bestirse las jentes». Sin embargo, «en su total perxuicio y daño, los mercaderes tenderos de esta villa o algunos de ellos se mezclan a vender en sus casas, voticas y tiendas monteras y otros xéneros de bestidos, estando por su ofizio pribados» de poder hacerlo.

Los cinco sastres no se quedan ahí y cuantifican el daño que les están causando: más de seis mil reales al año «por pertenecer a ellos esta grangería» y señalan que el problema radica en que los tenderos, para conseguir estas ropas, «las compran a otros maestros estraños y distantes de esta xurisdicción, eszeso que a traído a los otorgantes a la escasez» poniendo en peligro su subsistencia. Por ello, acuden a la Real Chancillería de Valladolid a defenderlo.

Dos años después, en 1760, encontramos el segundo ejemplo. En esta ocasión son los maestros cereros y confiteros los que denuncian a los tenderos. Son Juan Antonio de Lamasón y Francisco de la Horga, los que habían acudido a Valladolid «quexándose que los demás mercaderes de esta referida villa, no estando examinados de cereros y confiteros, bendían zera fabricada y en bruto y especies de confitería contra el derecho peculiar de los maestros examinados». En la Chancillería, les dieron la razón y emitieron una real provisión para que se respetasen sus derechos.

En cumplimiento de dicha provisión, el Corregidor de Potes pasó «a reconozer las tiendas de los referidos mercaderes y, aviendo hallado en la de Joseph de Vedoia, vecino y mercader de esta villa, una porzión de zera fabricada, le puso interbenzión en ella, mandándole retenerla a ley de depósito sin usar de ella». Joseph apeló y consiguió que, presentando una fianza, se le levantara el embargo.

Ante esto, los cereros volvieron nuevamente a recurrir a la Chancillería de Valladolid, alegando que Joseph de Vedoia «no mostró título y aprovazión de zerero», y que, pese a no tener «facultades para bender dicha cera y avérseles prohibido [...] an pasado a benderla y la están bendiendo públicamente» el referido Joseph de Vedoia y Manuela Sánchez de Molleda. En esta ocasión, también incluyen una crítica al Corregidor que rechazó su petición de que multase a Vedoia y los «contuviese» la venta de cera. No sabemos cómo acabaría el asunto.

Hasta aquí estos ejemplos de los intentos de los gremios de defender sus derechos.


La foto nos muestra la plaza de Potes antes de 1905 y forma parte de los paseos por el "Viejo Potes" de Lourdes Gutiérrez Palacios, que publicamos hace unos años.


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