Píldoras de Historia

Vendimia de 1979

02/10/2015

Si el verano seco de 2015 está propiciando una buena cosecha de uva en Liébana, como veíamos hace unos días, algo parecido ocurrió en 1979. La diferencia es que entonces el viñedo lebaniego estaba de capa caída, en retroceso, mientras ahora está en plena expansión. Veamos cómo contó la prensa lebaniega del momento aquella vendimia de hace 36 años.

Liébana Mensual lo hizo a través del articulista que firmaba como “Trestemas”, que escribió lo siguiente:

&qut;La pertinaz sequía estival -tan nefasta para los ganaderos- («nunca llovió a gusto de todos»), ha sido la causa determinante de una cosecha de uvas con alto contenido de glucosa, que sin duda quedará en los anales de nuestra vida agrícola en la zona baja y media de la región lebaniega.

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Aún los viñedos que habían recibido nulos o escasos tratamientos fungicidas, dieron cantidad y calidad de uvas.

Quienes, fracaso tras fracaso por los determinantes meteorológicos o los altos precios de la mano de obra con brazos ajenos, habían determinado hacer de sus viñedos plantaciones de pinos o abandonarles a su suerte, ahora han sentido envidia al ver la producción obtenida por sus convecinos más constantes y esperanzados en que algún año llegaría con mejores resultados.

De todos es sabido que las labores de cava, escarba, abonado, sarmentado, poda, tratamientos y otras labores, encarecen el proceso en la viticultura, pero cuando las cosechas son tan buenas como la actual, todo ello se olvida por la compensación económica de los resultados.

Liébana se ha mecanizado en los últimos años de forma impresionante pero el marco de plantación de las cepas es tan apretado (unas cuatro mil cuatrocientas por hectárea) que impiden la entrada entre sus calles de todo tipo de motocultivadores, circunstancia que ha hecho que algún adelantado de nuestros campos, haya suprimido una calle y al duplicar la anchura de las filas la moderna maquinaria puede llevar a cabo el laboreo de los viñedos, ejemplo que ha de cundir siempre que las circunstancias de inclinación del terreno no impidan la marcha de la maquinaria agrícola.

Cuando escribimos estas líneas, la vendimia ya ha concluido; es ahora cuando se destila el afamado aguardiente que encabezará los caldos durante sus fermentación. Y en cada hogar quedará una botella al menos de ese orujo que tiene, según los campesinos, propiedades analgésicas, balsámicas, estimulantes, curativas de mil dolencias. Es como un talismán en la medicina casera avalado por una ancestral tradición envuelta en la leyenda que se pierde en los tiempos".

Luz de Liébana, por su parte, era más escueta en la información:

"El viñedo, que prácticamente se ha venido erradicando de Liébana, por no ser rentable su cultivo, este año ha proporcionado ubérrima cosecha a los dueños tenaces y perseverantes en la explotación de la vid.

El verano seco no fue propicio a las enfermedades que ya hacía muchos años arrasaba las viñas.

Los labradores del valle de Cillorigo, que son casi en exclusiva los afortunados, están este año de enhorabuena.

Seguirá siendo famoso el orujo de Liébana".

Sirva este de 1979 como ejemplo, que se suma al de 2015, de cómo los veranos secos ayudan al desarrollo de la uva en Liébana.


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