Píldoras de Historia

Los aguinaldos en La Vega en 1928

03/01/2019

La Voz de Liébana publicó el 15 de enero de 1928, firmado por Antonino G. Soberón, el siguiente texto, que recoge cómo los mayores del pueblo acuerdan pedir y piden los aguinaldos por no haberlo hecho los mozos:

Una humorada extraordinaria.- Al reunirse los vecinos de este pueblo de la Vega, la tarde del primer día del actual, para beber cierta cantidad de vino que desde hace muchos años ha venido dando la antigua casa de Colmenares, de Valmeo, en atención a ciertos derechos o privilegios que, en época lejana, le fueron concedidos, empezaron -como hacen siempre los viejos después de echar varios tragos del sabroso líquido- a recordar los tiempos de cuando ellos eran mozos, y a lamentar el que los actuales jóvenes no hubiesen salido la noche anterior a pedir los aguinaldos, dejando así, poco a poco, perder una costumbre que a ellos tan buenos ratos les había proporcionado; y al parecer era tanta la tristeza que esto les causaba que ya llegaron hasta proponer el salir todos los vecinos del concejo la víspera de Reyes por la tarde, en plan de aguinaldos.

La idea fue unánimemente acogida con júbilo, y apenas llegada la hora de las doce del día señalado, se reúnen todos los vecinos casados y viudos, en número de treinta, provistos de otras tantas caballerías de distintas clases, y con gran entusiasmo se organizó la más graciosa cabalgata que recuerdo haber visto, pues algunos adornaron a sus jumentos con tanto gusto, y otros se habían puesto grandes pañuelos de seda de raros colores al cuello, que daban al acto cierto aspecto carnavalesco.

Casa de La Lama, Soberao, en la actualidad. Foto de Alis Floranes.

En esta forma empiezan su recorrido por la casa de La Lama, pasando de allí a Valcayo y a Señas y dejando La Vega para lo último, por si tuviesen necesidad de andar algo de noche que fuere por los mejores caminos; pero como todos iban en pies ajenos, arrearon y terminaron su faena todavía temprano, a pesar de lo que se detuvieron a cantar en cuantas casas se lo mandaron.

Ya sólo faltaba el consumir el abundante aguinaldo que habían reunido, y para ello determinaron que se pusiera el día de Reyes una gran comida, no sólo para los aguinalderos sino también para todos los mozos, mozas y demás personas, tanto del pueblo como forasteros que quisieran asistir, pues para todos había y no se terminaba.

Llegada la hora de comer, era tal el número de personas que se había reunido que fue de todo imposible el poderlas acomodar a todas en la amplia sala y otras dependencias de la casa del vocal de la junta vecinal, don José Salceda González, y algunos tuvieron que ir a otra casa de las más próximas.

Para dar una idea de la unión y cordura que reinó en esta famosa juerga, baste decir que a ella asistieron todos los vecinos, exceptuando solamente alguno que tuviese algún luto muy reciente, y que entre los noventa comensales que aproximadamente nos reuniríamos, se encontraba una representación de la Guardia civil, y, a última hora, llegó hasta el sacerdote encargado de esta parroquia, a quien acompañamos a rezar el Santo Rosario.

Por la noche, también se puso una abundante cena para cuantos quisieron asistir, durando después el baile hasta las doce, y como todavía quedara gran cantidad de comestibles, determinaron los animosos aguinalderos preparar otra cena para el domingo próximo, en que se reunieron nuevamente, cenaron muy tranquilos, arreglaron sus cuentas, y sin la menor disputa terminaron su broma, retirándose a descansar cada cual a su casa.

¿Comentarios? Que cada lector los haga a su gusto.

Hasta aquí el texto de Antonino G. Soberón, que ilustramos con una foto de Alis Floranes del estado actual de la Casa de La Lama, una de las incluidas en el itinerario realizado por los aguinalderos.


Enlaces relacionados:

- Navidad en Liébana I

- Navidad en Liébana II


Compartir en Imagen Imagen

También en esta sección: