Entre la última semana de septiembre y mediados de octubre toca recoger la uva. Toca vendimiar. De ahí saldrán después el vino, el orujo o el tostadillo.
En Liébana, en sus valles más bajos, las vides han sido parte de su paisaje desde siempre. Los viñedos, seguramente fueron introducidos en Cantabria por los romanos y llegaron a estos valles integrándose a la perfección en unas tierras protegidas por los Picos de Europa de vientos y temporales. A su difusión contribuyó también la proliferación de monasterios en Liébana en la Alta Edad Media. De hecho, las primeras evidencias escritas de su existencia figuran en los Cartularios de Santo Toribio de Liébana y de Santa María de Piasca y se trata de la venta de una viña y una tierra en Piasca, en el año 822, a cambio de un buey negro, un carnero y grano y, en el año 826, la donación de una viña al abad de la iglesia de San Esteban de Mesaina, en Mieses. A partir de entonces las referencias son continuas, tanto en esos cartularios como después en las ordenanzas concejiles y en el Catastro del Marqués de la Ensenada.
Las viñas eran la principal fuente de riqueza en las zonas bajas, o sea, de la casi totalidad de los municipios de Cillorigo y Cabezón de Liébana, del de Potes, y de la mitad de Vega de Liébana (hasta la Vega) y del de Camaleño (hasta Mogrovejo). Se cultivaban garnacho, malvasía, mencía, tinta Madrid, neruda, jerez, moscatel. Sus vinos eran muy apreciados e incluso se exportaban a Castilla. Llegó a constituir el segundo cultivo en importancia después de los cereales en los siglos XVI y XVII y así sigue en los siguientes. Se hacían en Liébana por esta época tres tipos de vino: el tostadillo, el de yema y el de lagar. A finales del siglo XIX sufre las infecciones de oidio y mildiu y a principios del XX llegó la filoxera que entró por Liébana a Cantabria procedente de León. Este insecto hemíptero, oriundo de América del Norte fue llevado a Burdeos, a principios del siglo XIX, por el barón Rotchild y terminó comiéndose las raíces de las viñas de amplios territorios, también de Liébana.
En 1909 se habían destruido 390 hectáreas y estaban afectadas las 820 restantes, según recoge un estudio de CIFA. En 1908 comienza la reintroducción de viñedos con vides injertadas sobre pie americano resistente a la filoxera, y, cuatro años más tarde, empezaron a dar fruto. Aunque ya no fue lo mismo. Las viñas y la producción de vino no se recuperaron y quedaron reducidas, en muchos casos, al consumo familiar. Tampoco ayudó la emigración rural o las ayudas y apoyos a la ganadería de mediados del siglo pasado, ni la topografía. En 1975 un informe del Ministerio de Agricultura, que cita CIFA, asignaba a Liébana 184 hectáreas que se redujeron aún más, pues en 1983 sólo quedaban, según recoge, 32,87 hectáreas.
En la actualidad, y en estos últimos años, se está logrando su recuperación. Jóvenes emprendedores, que buscan aunar otras alternativas económicas con la tradición, y la colaboración del Gobierno regional mediante subvenciones al cultivo, a la transformación y a la promoción, han logrado rescatar esta tradición del pasado y ponerla en buena disposición cara a este siglo XXI.
La Orden DES/57/2009, de 10 de junio, del Gobierno de Cantabria, por la que se modifica la Orden GAN/19/2005 de 17 de marzo, estableció las normas de utilización de la marca "VINOS DE LA TIERRA DE LIÉBANA" para los vinos originarios de dicha zona:
El área de producción queda delimitada por los términos municipales de: Potes, Pesaguero, Cabezón de Liébana, Camaleño, Cillorigo y Vega de Liébana.
Variedades:
Blancas: Palomino, Chardonnay, Godello, y Gewürtztraminer.
Tintas: Mencia, Tempranillo, Garnacha tinta, Graciano, Syrah y Cabernet Sauvignon
Características generales:
• Grado alcohólico volumétrico natural mínimo 10% vol. en tintos y 9,5% vol. en blancos.
• Acidez total (gr/l.ácido tartárico) entre 5 y 8,5 en tintos y entre 5 y 10 en blancos.
• Acidez volátil (gr/l. ácido acético) no será superior 0,8.
• Anhídrido sulfuroso total máximo mg/l: 120 tintos y 150 blancos.
• Azúcares residuales máximo 5 gr/l.
Actualmente, septiembre de 2022, Liébana cuenta con cinco bodegas y 27 viticultores registrados en la Oficina de Calidad Alimentaria (ODECA) dentro de la Indicación Geográfica Protegida "Vino de la Tierra de Liébana", y cerca de 70 hectáreas, buena parte de ellas recuperadaas en los últimos años.
Los vinos que se producen, de una calidad creciente, han obtenido premios y distinciones como, por solo citar algunos ejemplos, la medalla de oro en el Concurso Internacional de Vinos Bacchus (en 2010, vino Lusía, entonces de Bodega Río Santo; en 2019, vino "El Misterio", de Bodegas Picos de Cabariezo) o los premios Óptimum al mejor vino tinto de Cantabria, que casi todos los años recae en el de alguna bodega lebaniega (Picos de Cabariezo, Cayo y Sierra del Oso).
De momento, la cosecha de 2022 está siendo de muy buena calidad. En 2009 la producción de Liébana fue de unos 250.000 kilos y superó los 13 grados.
En unos meses, nuestros paladares darán su opinión. ¡Salud!
Enlaces relacionados
» La vendimia en las Ordenanzas de Potes de 1619